Volver

Diez años atrás uno era una ‘persona’ completamente distinta, pero al margen de las consideraciones físicas, eh. Digo, teníamos -excepto honrosas excepciones de escenarios post 40 años- una personalidad digital absolutamente diferente. Hoy puedo mirar atrás ver qué estaba mal y tratar de reacomodar las piezas. Espero.

2009 quiere decir; nicho de Twitter, avances acelerados del periodismo digital con redacciones en crecimiento, en mi caso la de ABC Digital y proyectos como ABC TV y ABC Radio incubando, durmiendo por de pronto en carpetas dentro de cajones de escritorios de jefes y gerentes.

Pero a nivel ‘personal-digital’, era también de búsqueda de reconocerme como similar a otros; gustos, hobbies, aficiones. Esto me llevaba a contar mucho sobre mí de manera a ser parte de estos círculos sociales que en las circunstancias inapropiadas terminan conforman guetos, pero ese es otro tema.

La cosa es que durante los últimos 5 años, se han sucedido tantos cambios, que en cristiano quiere decir ‘me pasaron tantas cosas’, que esa ‘persona’, ese alter ego, fue disolviéndose, desapareciendo, o peor ocultándose por motivaciones personales y profesionales.

Al margen de algún que otro chiste que involucraba a algún animal, mi presencia en redes se redujo a tratar de revelar lo menos posible sobre mí, de manera a generar una especie escudo invisible a la posibilidad de que algún efecto negativo en el mundo digital, repercuta en mi trabajo en radio, televisión, al mando de equipos de desarrollo, o como docente. Porque a diferencia de años anteriores no había tamaña responsabilidad como sostener una familia por ejemplo, por cierto. Es más fácil disponer (?) de tu apellido cuando no tenés nadie más abajo a quien manchar, digamos.

¿Funcionó? No sé, creería que no. Los trolls se alimentan fácilmente, más en un escenario tan dividido como el de los periodistas o medios de comunicación en Paraguay en esta década. Lo mbore en realidad es la dificultad de comunicar alguna idea, o cambio con respecto a una original, a una audiencia que se puede llegar a sentir decepcionada por tu actualización de opinión. Es raro, pero no creo ser el único periodista en auto-censurarse no temas ni posturas solamente tabú, sino incluso comentarios básicos sobre aspectos más personales de la vida.

Poniéndolo en cristiano de nuevo, hay periodistas que hasta se atajan de decir de qué club son, o de contar que prefieren mirar tenis antes que fútbol, porque se les viene una reprimenda que incluso hace caer su popularidad a lugares insospechados, consecuentemente la posibilidad de ser un objetivo comercial para marcas que quieran asociarse a un comunicador.

Y eso, eso es una mierda. Porque lo que yo particularmente espero del señor o señora periodista al que le crea las noticias es que:

  1. Sea honesto
  2. Sea humano
  3. Sea real

Y cada uno de estos elementos es difícil de encontrar, precisamente por este ocultamiento casi indirecto que realizamos.

No somos del todo honestos, sino estamos contando lo que nos gusta hacer, lo que pensamos, lo que esperamos que pase.

No somos del todo humanos al ocultar esto, porque la comunicación es precisamente un acto humano, de mostrarle al exteriorizar los procesos que pasan internamente de manera constante. Tu credo, tu pasión, tu set de valores morales.

No somos reales porque fingimos constantemente. Nadie saluda en los medios diciendo:

  • «Hola Paraguay, ¿cómo están? Buen día para todos, menos para mí que estoy pasando por una meseta emocional en picada incontrolable, mi perro murió, estoy durmiendo 4 horas al día y desarrollando alguna condición que deteriora mi salud mental».

Y es una realidad, ocultamos eso, y mostramos una faceta siempre feliz, nunca en crisis, al menos en Instagram, porque en Twitter puteamos y estamos constantemente indignados, esa manera tan líquida de hacer periodismo: «Qué bárbaro, qué terrible». En Facebook, qué sé yo lo que uno hace en Facebook hoy en día, responderle a su tía que entendió algo mal seguro.

En fin, para hacerla corta, en 2009 yo contaba más de lo que hacía y lo que me gustaba, y esperaba nada a cambio. Así que probablemente este año sea mucho de eso. Obvio, no me gustan las mismas cosas que en el 2009, pero supongo que eso es parte del proceso de que pasen 10 años, si no sería todo bastante ridículo. Al menos de mi parte fanática de escuchar solo punk rock, y comer restos de Pringles con Coca Cola directamente desde la lata.

So, dicho esto, y prometiendo noticias; política, deportes, tech, también declaro este el año de hacer más cosas al costado y no tantas al centro.

Y de paso, esta bandita australiana de surf garaje rock que se llama Skeggs.